Juguemos a ser egoístas; lo tuyo es mio y lo mio también. until we lose control;
Una de las miles de veces que te he querido.
Grítalo fuerte, escríbelo en el cielo y grita, mucho, mucho más, dí quien eres y todo lo que vales que eres fuerte y ya no te vas a derrumbar.
En el momento en el que tu para mi lo eres todo y yo para ti no soy nada me doy cuenta de que algo esta saliendo mal.
Grítalo fuerte, escríbelo en el cielo y grita, mucho, mucho más, dí quien eres y todo lo que vales que eres fuerte y ya no te vas a derrumbar.
En el momento en el que tu para mi lo eres todo y yo para ti no soy nada me doy cuenta de que algo esta saliendo mal.
sábado, julio 13
The winner takes it all;
Tell me, does she kiss like I used to kiss you?
Does it feel the same when she calls your name?
Somewhere deep inside, you must know I miss you.
But what can I say?
Rules must be obeyed
Does it feel the same when she calls your name?
Somewhere deep inside, you must know I miss you.
But what can I say?
Rules must be obeyed
miércoles, febrero 27
De como mis aventuras sexuales se convirtieron en historia.
Quince segundos después, y sin saber cómo, yo estaría a
punto de experimentar el éxtasis más profundo que una mujer puede sentir. Cada
segundo me sentía más viva y sin saber porque a él lo sentía más fuerte. Las
cortinas se escondían tímidamente entre las ventanas. El vapor empañaba los
cristales que extrañados intentaban entender lo que allí pasaba. Por unos
instantes el mundo se paró y la tierra dejo de dar vueltas alrededor del sol. Estaba
dentro de mí, eternamente dentro de mí, y yo no quería que se alejara. Yo
excitada, sabiendo que los seres inertes de aquel lugar nos estaban observando empecé
a aligerar el ritmo. Una y mil veces nos fundimos entre suspiros y gemidos, una
y mil veces recorrieron mis uñas toda su espalda. Aquellos muebles nos miraban,
y yo deseando que la luna nos observara, deseando que le viento nos secara el
sudor de nuestra piel. Una y mil veces más.
No nos conocíamos pero ya me sabía de memoria todos los recovecos
de su cuerpo. Una hora, dos horas, tres horas. Una noche eterna nos esperaba
por delante y quince segundos después, despertaron los cisnes con las primeras
luces del amanecer.
viernes, febrero 15
De como mis aventuras sexuales se convirtieron en historia.
Calor, calor electrizante era lo que me proporcionaban sus
besos por todo mi cuerpo. Sudor, sudor ardiente recorría cada rincón de nuestra
piel. Sus manos, sus manos impacientes y mis piernas inquietas. Sus labios, sus
labios impacientes en mi ombligo jugaban. Cada segundo de cada minuto de esa
noche que pase con él, la única noche, envuelta en vapor. Sus dedos, sus dedos
jugando con mis senos. La pasión que en ese momento allí se respiraba. Yo,
dudosa sin saber cómo iba a acabar ese derroche de amor, deslizaba mis
peligrosas manos cuello abajo por su cuerpo. Los dos inquietos como
adolescentes buscándonos entre las sábanas que poco a poco abandonaban nuestra
cama. Aquella noche, esa remota noche en la que ni los osos dormían, me declaro
su amor que duraría tan solo un interminable segundo. Sus labios, sus labios
buscaban los míos más allá del horizonte
de mi ombligo. Los míos buscaban la bandera que se izaba más allá del suyo. Tan
lento y pasional era ese amor que ni mil bombas separarían lo que nuestro sudor
había juntado. NI mil batallas, ni mil ejércitos separarían lo que nuestro sexo
había unido.
lunes, febrero 11
De como mis aventuras sexuales se convirtieron en historia.
De repente abrió la puerta de mi habitación, y deslizándose entre
la oscuridad de la noche entró en mi cama. Mientras me hacía la dormida notaba
cada parte de su cuerpo adentrándose en mis sábanas. Cada vez más cerca y más
cerca. Su mano tímida rozó mi espalda y recorrió cada una de mis vertebras en
busca de mi cuello. Yo, impaciente por saber su siguiente movimiento, me dejaba
llevar. Acariciaba mi cuello lentamente y mi piel se estremecía. Me giré, quería
saber que haría su me viera frente a él. Sin pensárselo dos veces me besó, y
suavemente se lo devolví. Instantáneamente agarró mi cuerpo y se acercó a mí. En
los siguientes minutos sus manos tocaron mi cuerpo y las mías el suyo. En pocos
segundos nos fundimos en el mejor sexo que una mujer pudiera desear. Las
estrellas muertas de envidia nos vigilaban a través de la ventana y la luna
asombrada se escondía detrás de una de las cortinas. Aquella noche no aullaron
ni los lobos, el silencio esperaba ansioso alguno de nuestros gemidos e
impaciente el viento se colaba entre nuestras sábanas.
Esa noche, la noche en la que los búhos dormían.
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