Una de las miles de veces que te he querido.
Grítalo fuerte, escríbelo en el cielo y grita, mucho, mucho más, dí quien eres y todo lo que vales que eres fuerte y ya no te vas a derrumbar.
En el momento en el que tu para mi lo eres todo y yo para ti no soy nada me doy cuenta de que algo esta saliendo mal.

lunes, febrero 11

De como mis aventuras sexuales se convirtieron en historia.



De repente abrió la puerta de mi habitación, y deslizándose entre la oscuridad de la noche entró en mi cama. Mientras me hacía la dormida notaba cada parte de su cuerpo adentrándose en mis sábanas. Cada vez más cerca y más cerca. Su mano tímida rozó mi espalda y recorrió cada una de mis vertebras en busca de mi cuello. Yo, impaciente por saber su siguiente movimiento, me dejaba llevar. Acariciaba mi cuello lentamente y mi piel se estremecía. Me giré, quería saber que haría su me viera frente a él. Sin pensárselo dos veces me besó, y suavemente se lo devolví. Instantáneamente agarró mi cuerpo y se acercó a mí. En los siguientes minutos sus manos tocaron mi cuerpo y las mías el suyo. En pocos segundos nos fundimos en el mejor sexo que una mujer pudiera desear. Las estrellas muertas de envidia nos vigilaban a través de la ventana y la luna asombrada se escondía detrás de una de las cortinas. Aquella noche no aullaron ni los lobos, el silencio esperaba ansioso alguno de nuestros gemidos e impaciente el viento se colaba entre nuestras sábanas. 




Esa noche, la noche en la que los búhos dormían.


No hay comentarios:

Publicar un comentario